El hombre que daba charla a los call center

¿Cómo se convierte una anécdota en historia? ¿Y una historia en cuento? Estos relatos, publicados por primera vez en 2016 y que desde entonces se volvieron de culto, podrían funcionar de modelo para quienes se pregunten cómo hacer ficción a partir de la experiencia personal: recuerdos (¿traumas?) familiares, vacaciones con amigos, un viaje en subte, una noche salvaje de la que no se tienen recuerdos. Hablamos de esas narraciones que nos iluminan con su lectura, no solo porque nos sumergen en un mundo cercano, reconocible, sino porque sentimos que no podrían haber sido escritas de otro modo. Es la voz singular de Germán Beder —hilarante, a veces tierna, siempre corrida del lugar común— la que transforma los avatares de la vida de un hombre como cualquier otro en literatura.

“Otra de las trabas psicológicas que me dejó la niñez fue la etapa en la que mi padre decidió convertirse en piloto de carreras. Tendría unos siete u ocho años cuando una noche, como al pasar, anunció en la mesa familiar que había conseguido un auto para competir. Con mi pequeño hermano imaginamos, desde la ingenuidad, que sería un TC2000. Pero no. Mario iba a correr en un Citroën 3cv, en la tercera categoría del automovilismo local (...).

El desenlace fue catastrófico. Participó de tres fechas. En la primera no llegó a largar. Habíamos ido con toda mi familia: decepción total. En la segunda, realizó una excelente clasificación en la serie, pero en la final terminó último. Tengo el recuerdo concreto de que el ganador le sacó una vuelta. (¿Cómo un Citroën le saca una vuelta a otro?). La tercera directamente me arruinó la vida”.